Cerrando mezclas para UVMAM

Motaigne mira con ironía a los hombres porque son capaces de morir por conjeturas. No veo nada que merezca la ironía: en eso reside la grandeza de estos pobres seres.
E. Sabato (La resistencia)

Finalmente arrancamos el proceso de definir y cerrar las mezclas para el próximo disco. Algunas mezclas eran del 2016, así que hubo que hacer varios retoques y actualizaciones, pero dentro de poquito ya vamos a tener todo esto terminado y a estar muy cerca de la publicación del álbum (¡Finalmente!).

Nunca me hubiera imaginado que trabajaríamos por tanto tiempo en este segundo disco. La primera de sus canciones surgió mientras cerrábamos los masters de Principio (2013), mi primer álbum, a fines del 2012. Estaba muy entusiasmado por todo lo nuevo que había aprendido y descubierto, y por toda la energía que recibía de la gente que se copó con escuchar el álbum y dejar su comentario al respecto. Creí que en nada iba a tener un nuevo disco para compartir. Qué iluso, ja ja.

En el camino, pasaron muchas cosas que siguieron ayudándome a aprender cosas nuevas. Colaboré con música para cortos, en arreglos y producción para las canciones de Megu, y compartí un EP y un single en la desesperación de querer compartir algo de todo lo que se venía gestando. En la sección Linea de tiempo de esta página están algunas de las cosas que creo que valió la pena mencionar.

Gracias por la paciencia. Pronto Una vez más al mar va estar con ustedes.


[…]

“Y pienso si no será siempre así, que el arte de nuestro tiempo, ese arte tenso y desgarrado, nazca invariablemente de nuestro desajuste, de nuestra ansiedad y nuestro descontento. Una especie de intento de reconciliación con el universo de esa raza de frágiles, inquietas y anhelantes criaturas que son los seres humanos. Puesto que los animales no lo necesitan: les basta vivir. Porque su existencia se desliza armoniosamente con las necesidades atávicas. Y al pájaro le basta con algunas semillitas o gusanos, un árbol donde construir su nido, grandes espacios para volar; y su vida transcurre desde su nacimiento hasta su muerte en un venturoso ritmo que no es desgarrado jamás ni por la desesperación metafísica ni por la locura. Mientras que el hombre, al levantarse sobre las dos patas traseras y al convertir en un hacha la primera piedra filosa, instituyó las bases de su grandeza pero también los orígenes de su angustia; porque con sus manos y con los instrumentos hechos con sus manos iba a erigir esa construcción tan potente y extraña que se llama cultura e iba a iniciar así su gran desgarramiento, ya que habrá dejado de ser un simple animal pero no habrá llegado a ser el dios que su espíritu le sugiera. Será ese ser dual y desgraciado que se mueve y vive entre la tierra de los animales y el cielo de sus dioses, que habrá perdido el paraíso terrenal de su inocencia y no habrá ganado el paraíso celeste de su redención. Ese ser dolorido y enfermo del espíritu que se preguntará, por primera vez, sobre el porqué de su existencia. Y así las manos, y luego aquella hacha, aquel fuego, y luego la ciencia y la técnica habrán ido cavando cada día más el abismo que lo separa de su raza originaria y de su felicidad zoológica. Y la ciudad será finalmente la última etapa de su loca carrera, la expresión máxima de su orgullo y la máxima forma de su alienación. Y entonces seres descontentos, un poco ciegos y un poco como enloquecidos, intentan recuperar a tientas aquella armonía perdida con el misterio y la sangre, pintando o escribiendo una realidad distinta a la que desdichadamente los rodea, una realidad a menudo de apariencia fantástica y demencial, pero que, cosa curiosa, resulta ser finalmente más profunda y verdadera que la cotidiana. Y así, soñando un poco por todos, esos seres frágiles logran levantarse sobre su desventura individual y se convierten en intérpretes y hasta en salvadores (dolorosos) del destino colectivo.”

Ernesto Sábato (Sobre Héroes y tumbas)


El arte como salvación

«La verdadera patria del hombre no es el orbe puro que subyugó a Platón. Su verdadera patria, a la que siempre retorna luego de sus periplos ideales, es esta región intermedia y terrenal del alma, este desgarrado territorio en que vivimos, amamos y sufrimos. Y, en un tiempo de crisis total, sólo el arte puede expresar la angustia y la desesperación del hombre, ya que, a diferencia de todas las demás actividades del pensamiento, es la única que capta la totalidad de su espíritu, especialmente en las grandes ficciones que logran adentrarse en el ámbito sagrado de la poesía. La creación es esa parte del sentido que hemos conquistado en tensión con la inmensidad del caos.»

Hoy, releo aleatoriamente los párrafos en «Antes del fin» de Ernesto Sabato (Siempre lo tengo ahí, ayudándome. Siempre me arrepiento de no haberlo conocido en persona.) y me doy cuenta que no quiero salir nunca más de mi casa sin este libro conmigo. La frase que cite arriba es de ahí, y la siento como una regla de vida. Me cuesta decirle «regla», por todo lo que eso implica, tampoco puedo llamarla «Verdad universal» porque sería contradecirme conmigo mismo. En este momento, siento que me robaron. Nada material, sino a mi mismo. Será que esa fuerza a la que llamamos amor es la que sostiene el territorio donde hacemos cosas, y ahora no está disponible. Leer me hace bien. Escuchar música también. Me parece que tiene que ver con eso: abrirse a cosas hechas por otros con amor, y recibir un poquito de eso, guardarlo adentro, y de a poco recuperar tu lugar para hacer.

Ernesto.

Que gran filosofo de la vida humana fue Sabato sin querer serlo. Cuanta comprensión junta en una sola persona, cuanta sensibilidad. Y quien esperaría algo así de un físico. Es otra lección que nos dejó, supongo.